Sir Max Beerbohm, el impostor

If Euclid were alive today (and I dare say he is) he would not say, "The angles at the base of an isoceles triangle are equal to one another." He would say, "To me (a very frail and fallible being, remember) it does somehow seem that these two angles have a mysterious and awful equality to one another." The dislike of schoolboys for Euclid is unreasonable in many ways; but fundamentally it is entirely reasonable. Fundamentally it is the revolt from a man who was either fallible and therefore (in pretending to infallibility) an impostor, or infallible and therefore not human.
(Max Beerbohm, parodiando a G.K. Chesterton)


Si hay algo que disfruto más que el estilo es la burla del estilo (aunque muy probablemente el estilo no sea más que la burla de alguna otra cosa, de la expresión acertada por ejemplo). Quien posee un cierto estilo es porque ha renunciado a lo que debía transmitir en pos de lo que su oído o su tacto le recomendaron, eso no siempre es la mejor opción y nunca es la opción más inmediata.
Es por eso que resulta mucho más fácil imitar a un escritor para parodiarlo que imitar a un escritor con la secreta admiración del discípulo. Las elecciones y caprichos de cada autor son giros antinaturales, pero que por alguna razón inefable el lector asume tan naturalmente como asume los párrafos de la historia de Napoleón. Lo que aceptamos complacientemente en unos negamos tristemente a otros. Es un hecho consabido que algunos aprendices de escritores todavía se esfuerzan en el arte imitativo, al tiempo que venden millones de ejemplares (tal vez porque muchos lectores aún desconfían que lo hayan logrado), mientras el mundo sigue repleto de discursos napoleónicos en los centros de salud mental.

Ya que hemos renunciado a la justicia social en el campo de la estética, desde aquí mi recomendación para quienes se embarquen por primera vez en este oficio: dedicarse a la parodia y no a la imitación fehaciente, los riesgos de la superabundancia material o la locura permanente son una amenaza ominosa a la cual uno no debería exponerse de forma innecesaria. Además, la parodia presenta varias ventajas, más allá de la impunidad de burlarse de todo el mundo, quien la practique con verdadera maestría podrá decir que el autor consagrado ya no escribe, sino que se imita a sí mismo.

Si el valor de la parodia depende del talento del desafiante o del objeto parodiado es algo que no nos incumbe, discutirlo sería remontarse a un debate sobre las esencias socráticas. Lo que sí sabemos es que algunos han triunfado con aclamación, otros se han hundido en el oprobio. Tal vez el mejor, hasta donde tengo noticias, sea Sir Max Beerbohm, cuyo innegable genio fue reconocido por George Bernard Shaw. Ayer leí su magistral pincelada de Henry James, “The Mote in the Middle Distance”, que prometía ser una perla desde el propio título. Aún no he podido dejar de reír y aplaudir su sagacidad, su genio y su sentido del ridículo. Es el más auténtico Henry James que he leído desde que me extravié en algún momento de “Las Alas de la Paloma”.
Siempre creí que el mejor Henry James iba a ser escrito por Edith Wharton, al fin y al cabo “Ethan From” es un pequeño drama jamesiano pero con caracteres de clase baja. Si ella logró un reconocimiento a la sombra del Maestro, Sir Max Beerbohm tuvo la osadía de subirse literalmente a sus hombros. Y en los hombros de este Gigante Blanco nos regaló una vista panorámica de su elaborado estilo y su singular penetralia.

Pero eso no es todo, la obra completa, titulada “A CHRISTMAS GARLAND”, incluye otros guiños como: “P.C., X, 36 By R*D**RD K*PL*NG”, “PERKINS AND MANKIND By H.G. W*LLS”, y lo que promete ser una gran risotada: “SOME DAMNABLE ERRORS ABOUT CHRISTMAS By G.K. CH*ST*RT*N”. También hay una parodia de Thomas Hardy: “A SEQUELULA TO THE DYNASTS By TH*M*S H*RDY”, de Conrad, “THE FEAST By J*S*PH C*NR*D”, algo de Edmund Goose, George Bernard Shaw y John Galsworthy, entre otros.

El libro completo se puede descargar gratis gracias al proyecto Gutenberg: http://www.gutenberg.org/ebooks/14667 (recomiendo el formato HTML). No sé si existe una versión en español. Este será todo mi bagaje estas vacaciones, sin duda habrá mucho más para comentar y disfrutar.


Adrián Icazuriaga








 
 
"¡Ideas, señor Carlyle, no son más que Ideas!"
Carlyle - "Hubo una vez un hombre llamado Rousseau que escribió un libro que no contenía nada más que ideas. La segunda edición fue encuadernada con la piel de los que se rieron de la primera."