GEORGE BERNARD SHAW: 150 años
Continuando con un año repleto de celebraciones, tras el 90 aniversario del Levantamiento de Pascua y el estreno de la magnífica película de Ken Loach The Wind That Shakes the Barley, esta semana se conmemoran 150 años del nacimiento del Premio Nobel irlandés George Bernard Shaw.
Inexplicablemente, este evento no ha levantado la misma expectación que el centenario de su compatriota Samuel Beckett, el cual se viene celebrando a lo largo del verano. Tampoco el Estado Irlandés se ha volcado con Mr. Shaw de la misma manera, tal vez porque sigue siendo un personaje políticamente incorrecto. Pero, sobre todo, no se oculta el hecho de que el autor de
Pygmalion fue voluntariamente adoptado por el público británico, un factor a todas luces distinto de ser adoptado por Francia.
Algunos hombres son propensos a autoimponerse el rigor o el sufrimiento, hay quienes deciden no prescindir de la honradez moral mientras ésta sea compatible con la vida (otros han ido incluso mas allá). Bernard Shaw poseía la suficiente capacidad mental como para ser un autor popular sin renunciar a su ingenio, pero eligió en cambio algo más, quiso ser inteligente. El producto de sus elucubraciones, obras como
Hombre y superhombre o
La profesión de la señora Warren, resultó muy controvertido para la época.
El hecho de que haya sido un excéntrico a principios de siglo lo haría parecer cercano a nuestro tiempo. Nada más lejos de la realidad. Bernard Shaw era un hombre bastante tradicional y conservador en algunos aspectos de su vida, a pesar de ser un socialista convencido y un vegetariano converso. Pero sobre todo, se diferencia de nosotros en un punto importante. Cuando Bernard Shaw sentía que debía responder a una afirmación de Chesterton en la prensa de la mañana, escribía una obra de teatro. Cuando Bernard Shaw no estaba de acuerdo con el perfil moral de una obra de Wilde, escribía otra obra de teatro. Por supuesto que esto puede ser logrado hoy en día, pero lamentablemente el vértigo de los medios es incompatible con la inteligencia. De todas formas, aunque encontráramos a Shaw en la cartelera de espectáculos, no encontraríamos a Wilde o a Chesterton en el suplemento dominical.
Esto me lleva a una ultima reflexión, relacionada con el acto simbólico que tienen estas efemérides en la sociedad contemporánea. Irlanda soporta hoy la desgracia de ser un país asociado a la cultura de bares y a las apuestas hípicas. Con suerte ganará un titular por sus aportes a las nuevas tecnologías. Quizás alguien piense que el Tigre Celta es un felino abrumado por la demanda de pieles. Pero muy pocos tienen presente la gran verdad histórica que asoma a la realidad. Esta es una tierra de poetas y mártires. Los primeros han medrado en la humildad de las Artes, los segundos no han sobrevivido a Inglaterra.
Adrián IcazuriagaPublicado originalmente en
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