Negativa a lamentar la muerte por estrés de una ballena en Londres

En una cobertura sin precedentes, la cadena de televisión Sky News transmitió en vivo durante más de ocho horas el presunto "rescate" de un cetáceo varado en las aguas del Támesis.

Mientras tanto, miles de rostros expectantes contemplaban desde las márgenes del río cómo se unían la ciencia y la técnica para salvar a un pobre mamífero desorientado. Como ya todos sabemos, el animal fue trasladado unas 20 millas río abajo, hasta que finalmente sucumbió poco antes de llegar al estuario, donde estaba prevista su liberación.

Resulta curioso pensar cómo esta especie milenaria ha venido a parar al corazón de un Imperio que representa, además de lo más logrado de nuestra cultura, algo así como el aparato teórico de su exterminación, si se me permite la imagen baconiana. Y más cuando todos hemos visto cómo se han aniquilado ciegamente especies enteras, ecosistemas y civilizaciones, sin la menor expectativa de arrobo o conmoción. Es de una perversión mayúscula, me atrevo a creer, sentarse frente al televisor o frente a la mole del Tower Bridge, como una auténtica válvula de escape, para ver lo amables y bien intencionados que podemos llegar a ser con las criaturas de la creación.

Y no sólo eso, resulta que el equipo de biólogos que examinó al animal antes de subirlo al bote sabía de antemano, por el estado en que se encontraba la ballena, que ésta no sobreviviría al trayecto. Pero por supuesto que en las circunstancias dadas, no había otra opción que llevarla, frente a esos miles de ojos buscando la expiación, como una ebria barca fúnebre, hasta que todos se sintieran realizados y las cámaras dejaran de filmar. Lo triste no es el espectáculo y los cientos de mensajes de admiración y congoja por destino del animal o el "apoyo del público", lo asombroso es que no había otra opción que sacarla del agua en esas circunstancias (sin duda si yo fuera una ballena y me hubiera tomado la molestia de ir hasta Buckingham Palace a dejar mi mensaje me hubiera gustado morir con las botas puestas).

Pero el asunto es que el omnipotencia de los medios y la mentira en que nos encontramos inmersos día a día, ha vuelto al mundo perverso y a los hombres irracionales. La naturaleza absoluta del conocimiento lleva a que podamos estar, lo mismo que perdidos ante la magnificencia del mundo, afectados de razón. Y en este caso, sea lo que sea lo que esta hermosa ballena nos haya querido decir, nadie la ha escuchado.

Adrián Icazuriaga

Publicado originalmente en: http://www.montevideo.com.uy






















 
"¡Ideas, señor Carlyle, no son más que Ideas!"
Carlyle - "Hubo una vez un hombre llamado Rousseau que escribió un libro que no contenía nada más que ideas. La segunda edición fue encuadernada con la piel de los que se rieron de la primera."